Para una musa Azul.

Mi lengua es una cimitarra,
que te flagela la piel y sé que te encanta,
y te hechiza el cuerpo la roja melodía del mordisco,
hundiéndose los dientes en la manzana
del prohibidísimo arquetipo.

Sólo Baudelaire comprendió,
que la luna no viste de un mítico plateado, No!.
La luna luce el color de los espejos,
y ella es el reflejo
de todo lo deseado.

Y tus deseos nada saben de palabras,
tus deseos sólo hablan con suspiros pudorosos,
por eso siempre vuelven ansiosos tus dos ojos
implorando silenciosos,
el oscuro arte de un aquelarre que te abrace.

Sé que todo tu cuerpo y que toda tu mente
se desvisten despacio y que afilan sus dientes,
sé que nada te importa cuando llegan las hordas,
de mis llamaradas ardientes
a reclamar su corona.

De un negro noche y un preciado marfil,
me ansía la perla en el centro de tí,
nada más dulce que un ficticio puñal
jugueteando en tu cuello
con instinto de amar.

Y en la alta pira, allí me esperás,
arrodillada y jadeante por volver a empezar,
te encanta mi arte, me repétís sin cesar,
te encantan mis manos avivando tu infierno
y todo mi cuerpo ajusticiando tus miedos.

La luna está arriba y enrocó su color,
ahora tu cuerpo está blanco y ansioso de amor,
mi musa hechizada me escribe en azul,
tu cuerpo es mi cárcel,
tu traición es mi cruz.