Sin recetas para el hoy.

Florece un silencio entristecido,
entre el humo y las cenizas,
y los vestigios de un adiós.

Fluyen por un antiguo río,
los rincones y los bares
donde quedó mi corazón.

Todos mis tesoros perfumados,
perfumados por el cielo
que acaricié junto a un fogón.

En este tablero de tristezas,
todo duerme, todo duerme,
y ya no veo más el sol.

Voy asesinando los recuerdos,
al compás de libros viejos
sin recetas para el hoy.

Ríe Dostoyevski desde el fondo,
y no está sólo y han venido,
los hermanos Karamazov.

Nunca es gratis la mirada,
no es tan gratis el asedio
de tu adiós contra mi yo.

Siento la ausencia de mi ángel,
susurrándome el consuelo,
de que todo estará mejor.

Moribundo el mate como el fuego,
me recuerda que es la hora,
que es la hora de dormir.

Voy a vaciar el cenicero,
y a apagar este lamento,
tan pequeño como yo.

1 comentarios:

Alicia Margarita Sánchez Mejorado dijo...

voy asesinando os recuerdos,
al compas de libros viejos
sn recetas para el hoy


esta parte me encanto
escribes muy lindo , muy sentido, se ve tu sensibilidad nada que decir
que no sea bello
los hermanos karamazov , libro que me encantó

gracias
saludos