Cada verso de mi pluma, es un antiguo paso, hacia un nuevo precipicio.

Consume los días un pentagrama,
Blasfemo como las confesiones de aristrando,
Que acepta un legado del infierno,
Y mueve las aspas de un triste molino olvidado.

Molino que acarrea una historia,
Dispuesta a corazones marchitados,
Sombras que se dibujan sobre el campo,
Y se pierden en recuerdos exiliados.

Perfecto círculo invisible,
Escribe con sangre de otros tiempos,
Los pasos de hombres sin aliento,
Que olvidan lecciones aprendidas,
Que recuerdan cicutas filosóficas.

Juramentos hipócritas se archivan,
En las morales profanadas en silencio,
Corazones adictos a las penas,
Pensadores adictos al veneno.

Baratas palabras escribo,
Que se mezclan con huellas sin dueño,
Rosas que se esfuman en el aire,
Y crean ásperas ilusiones,
De futuros, acertijos y pasiones.

Yo soy Demasto,
El aristrando atemporal,
Quizás real,
Quizás tan irreal como mi alma,
Antagonista de certezas,
Un nogal que se extingue,
Mientras aguarda las lágrimas del cielo,
Y el beso de un sauce,
Que asegura ser ateo.

3 comentarios:

forence dijo...

buena obra,delineaste muy bien los razgos de una realidad distorcionada por el mal destino.

savasppcc dijo...

Genial tu obra. Te aplaudo por ella. Es excelente.

morrigan dijo...

Hasta hoy te empiezo a conocer y que se aplique exegeticamente lo de, es un placer, muy buen texto.